El enfriamiento por evaporación funciona mejor... en un clima seco; el calor brutal de mayo cesó con la primera tormenta de la temporada. Repasando lo que escribí entonces, hubo varias tormentas más esa semana. Me gustaría contarles los detalles: cuándo fue exactamente, cuánto bajó la temperatura y el patrón de lluvia desde entonces, pero por mucho que lo intento (y lo he intentado), no encuentro el tiempo que estaba en línea, ni siquiera el de ayer.
Noté por primera vez este orwelliano "recuerdo" meteorológico cuando dividía mi tiempo entre Connecticut y Vermont, cuando, a salvo en el sur de Nueva Inglaterra, quería saber cuánta nieve había caído en la tormenta más reciente en el norte.
Con un clic en el mousepad o en la pantalla táctil, se puede encontrar un pronóstico hora a hora del tiempo de hoy o un pronóstico del tiempo para los próximos siete a diez días; pero ve y descubre qué tiempo hubo ayer dondequiera que alguna vez llamaste hogar.
Los meteorólogos son como los expertos políticos: "Sí, nos equivocamos terriblemente, pero esta vez deberías creernos". Quizás se empeñen en ocultar sus errores. O quizás sea un síntoma de nuestra cultura juvenil, progresista y de lo nuevo y mejor: "¿A quién le importa el pasado?".
Aquí en San Miguel, ha estado nublado los últimos 10 a 12 días. (Me gustaría decirte exactamente cuántos días, pero no encuentro la información en línea). Mucho, y de forma desagradable, el cielo nublado persistente me recuerda a Nueva Inglaterra. Día tras día pasa sin un atisbo de sol. Las tardes y las mañanas son frescas. Las noches son francamente frías. Puse otra manta en la cama y saqué mis pantalones largos del armario.
Según tengo entendido, la temporada de lluvias llega cuando el aumento de las temperaturas del verano evapora más agua del Golfo, y ese aire, que sopla tierra adentro sobre nosotros, no puede retener la humedad cuando las temperaturas en descenso por la tarde enfrían la atmósfera.
A principios de este año, afirmé en un artículo que cualquiera que piense que la inteligencia artificial está a punto de dominar el mundo conscientemente no sabe mucho de inteligencia artificial (o es un friki). Aquí diré que quien crea que entendemos el tiempo o la modelización climática no sabe mucho de climatología.
Cada tarde recorro el barrio en bicicleta por una ruta que primero baja y luego sube. Como estoy solo el resto del día, en estas salidas aprovecho cualquier oportunidad para interactuar con la gente. Un lunes por la tarde, hace un par de semanas, antes de que llegaran estas nubes, la punta de un huracán, estaba haciendo precisamente eso cuando, mientras pedaleaba lentamente cuesta arriba, le pregunté a un hombre parado en la acera (ancha) un poco más adelante si iba a llover. "No", respondió con seguridad, "Miércoles".
Realmente asombrado por su capacidad para predecir el futuro, resoplando y jadeando mientras pasaba, le respondí: "¡Brujo!". Su risa cordial me acompañó. Nunca se me ocurre consultar el pronóstico del tiempo, a menudo olvido que hay uno.
De igual manera, hace décadas, caminando por una calle de Greenwich Village, mi amigo me llevó por unas escaleras hasta la sala de estar de una casa de piedra rojiza, donde un gitano le leyó la mano. Después, la madame me miró como si fuera mi turno. Le dije: "No quiero saber mi futuro. Prefiero que me sorprendan".
Lo que me gustaría saber es por qué las lluvias se adelantaron este año. Me pregunto si se debió a la humedad que soplaba delante del huracán. No recuerdo cuándo. Ojalá pudiera conectarme a internet y comprobarlo, pero "ellos" quieren que "nos" mantengamos mirando hacia adelante.
Solo sé que este cielo nublado se debe a un huracán porque, hablando con mi hija, me lo dijo. No sigo ese tipo de noticias. Ni siquiera me fijo en el pronóstico antes de escribir mi contraseña en el ordenador cada mañana.
Más tarde, mi base de datos meteorológicos volvió a crecer cuando mi vecino canoso, Oscar, el patriarca de la familia que vive al otro lado del terreno de al lado, sentado en la entrada de su casa, me dijo que el huracán actual estaba azotando Jalisco, pero otro se acercaba a Michoacán.
Ayer, tras una llovizna suave, las nubes matinales se abrieron y el sol se abrió paso. Como solíamos hacer en el nublado Vermont, salí corriendo a tomar el sol. Luego, también ayer, en una costumbre poco común aquí en México, subí en bicicleta por el lado soleado de la calle.
Hoy, madrugando, puedo dar fe de que por un rato el sol brilló entre las nubes. Pero ahora, unas nubes densas y brumosas coronan las montañas de Picacho al sur del pueblo, sopla una brisa y, de nuevo, se siente como si lloviera.
Voy a prepararme otra taza de té, a mantener los pantalones largos puestos y, como me ha enseñado México, a intentar no pensar demasiado en el futuro.
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